Ya los antiguos sabían que los espejos
curvos y las esferas de cristal llenas de agua aumentaban el tamaño de las
imágenes. En las primeras décadas del siglo XVII se iniciaron experiencias con
lentes (así llamadas por tener forma de lentejas) a fin de lograr el mayor
aumento posible. Para ello se basaron en otro instrumento con lentes que obtuvo
gran éxito, el telescopio, usado por primera vez con fines astronómicos por
Galileo, en 1609. Antes de esta fecha, los seres vivientes más pequeños
conocidos eran insectos diminutos. Naturalmente, se daba por sentado que no
existía organismo alguno más pequeño.
Los instrumentos para aumentar la visión de
los objetos, o microscopios (la palabra griega significa “para ver lo pequeño”)
comenzaron a usarse progresivamente. Por primera vez la biología se ampliaba y
extendía gracias a un mecanismo que llevaba el sentido de la vista humana más
allá de sus límites naturales. Así, los naturalistas podían describir en
detalle los pequeños organismos, cosa de otro modo imposible, y los anatomistas
podían descubrir estructuras hasta entonces invisibles. Existían dos tipos de
microscopios: el sencillo y el compuesto; el sencillo no era más que una lente
montada, el compuesto estaba formado por una combinación de lentes y fue inventado
por Zacharias Jansen en Holanda.
Luego de la invención de Jansen, en
pocos años hubo un gran número de diseñadores de microscopios en Europa. El
primer avance técnico del microscopio luego de Jansen fue el paso de un sistema
de 2 lentes a uno de 3, este sistema es la configuración estándar que se
mantiene en los microscopios de hoy. Lo siguiente intenta resumir los
acontecimientos más sobresalientes en la historia de la microscopia:
• El naturalista holandés Jan Swammerdam
observó insectos con el microscopio haciendo hincapié en su conformación,
descubrió también que la sangre no es un líquido uniforme rojo sino que existen
corpúsculos que le dan ese color.
• El botánico inglés Nehemiah Grew
estudió los órganos de reproducción de las plantas y descubrió los granos de
polen.
• El anatomista holandés Reigner de
Graaf realizó estudios similares en animales describiendo ciertos elementos del
ovario que desde entonces se conocen con el nombre de folículos de Graaf.
• Marcello Malpighi fue uno de los
microscopistas más grandes de la historia de acuerdo a su espectacular
descubrimiento. Sus primeros estudios los realizó con pulmones de rana,
pudiendo observar en ellos una compleja red de vasos sanguíneos, demasiado
pequeños para ser vistos por separado y muy anastomosados.
Cuando siguió el recorrido de los vasos
hasta que se unían con otros mayores, comprobó que estos últimos eran venas en
una dirección y arterias en dirección opuesta. Por consiguiente, las arterias y
las venas se hallaban unidos mediante una red de vasos llamados capilares.
Otro descubrimiento importante
en la época fue el del científico inglés Robert Hooke. El microscopio lo
fascinaba y realizó uno de los mejores trabajos en esta rama, nueva para ese
entonces. En 1665 publicó un libro llamado Micrographia en el cual pueden
encontrarse algunos de los mejores dibujos que se hallan hecho de observaciones
microscópicas.
La
observación simple más importante fue la de un delgado trozo de corcho sobre el
cual no se sabía porque flotaba en agua y era tan liviano y firme. Hooke
observó que estaba constituido por una fina trama de pequeñas celdillas
rectangulares en las cuales se encontraba aire, que él llamó “células”, un
término habitual para designar pequeñas habitaciones en los monasterios.
Los primeros en usar el
microscopio, incluso Malpighi, usaron sistemas de lentes que producían aumentos mucho
mayores que los obtenidos con una sola lente. Sin embargo, empleaban lentes
imperfectos, de superficies irregulares y con fallas internas. Si se intentaba
lograr un aumento apreciable, la visión de los detalles se hacía confusa.
Anton van
Leeuwenhoek usaba lentes simples, que por su reducido tamaño podían obtenerse
de pequeños trozos de cristal perfecto. Puliendo cuidadosamente dichos
fragmentos, logró aumentar un objeto hasta 270 veces sin perjuicio de la
nitidez. Tenía 419 lentes alguna de las cuales eran de cristal de roca y hasta
de diamante, en algunos casos no eran mayores que el tamaño de un alfiler, por
lo que sus microscopios tenían un tamaño diminuto comparados con otros de la
misma época.
Desde 1660 hasta la actualidad el
microscopio óptico ha sido el pilar fundamental en el conocimiento de lo
invisible. Aunque su poder de resolución aumentó a través del tiempo (con la
mejora en la calidad de las lentes) al igual que el poder de magnificación, su
factor limitante fue la longitud de onda de la luz. En 1930 el mundo
submicroscópico se amplió con la aparición del microscopio electrónico cuya ventaja
principal con respecto al microscopio óptico es un aumento de 1000 veces en la
magnificación del material observado acompañado de una mayor capacidad de
resolución generando una mejor definición y una ampliación del mundo
microscópico. ADN, virus y pequeñas organelos fueron observadas por primera vez
con este microscopio.
Existen dos
tipos básicos de microscopios electrónicos los cuales fueron inventados al
mismo tiempo pero tienen diferentes usos. El microscopio electrónico de
transmisión (MET) proyecta electrones a través de una fina capa de tejido o
material a observar produciendo una imagen en dos dimensiones sobre una
pantalla fosforescente. El brillo en un área particular de la imagen es
proporcional al número de electrones que son transmitidos a través del
material. El microscopio electrónico de barrido (MEB) produce una imagen que da
la impresión de ser en tres dimensiones. Este microscopio utiliza dos o tres
puntos de la muestra donde llegan los electrones que escanean la superficie del espécimen a observar y salen del espécimen como electrones secundarios siendo
detectados por un sensor. La imagen se produce como el espécimen entero, a diferencia
del MET donde la imagen corresponde sólo a los electrones transmitidos.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar